MI PRIMERA EXPERIENCIA RUMBO A UNA DISTRITAL
Para empezar mi relato debo decir que nada de mi viaje en su inicio me mostró lo bien que pasaría en los días siguientes, básicamente esperaba conocer Manizales su Nevado y no más. Supuse que un viaje con Rotaract iba a ser como cualquier otro donde más que nada alguien se dirige a pasear y a conocer el lugar de llegada. Eso pasa cuando se viaja con un grupo de personas a quienes aprecia, pero que no les tiene la suficiente confianza y así me sentía cuando recién llegué al Terminal de Transportes.
Saludé a todos como de costumbre y me disponía a pasar varias horas donde la conversación seria escasa y el trato con los demás se reduciría al mínimo, y en este punto tenía razón; pero muy pronto los pequeños detalles de mis compañeros y compañeras empezaron a amenizar el viaje de una manera particular, como el hecho de que una compañera rotaractiana durmiera durante todo el viaje y solo se despertara para dos cosas: para decir que estaba cansada o para corear la canción que le gustaba. Otra socia que no pudo dormir en todo el camino y parecía ser la más tranquila y cómoda, o mi presidenta que pasó casi todo el trayecto en silencio; pero verla llevar los sombreritos del disfraz sin poder dormir me puso a reflexionar, y no nos olvidemos de quien sufrió horas de incontables empujones y quita cobijas de alguien más.