MI PRIMERA EXPERIENCIA RUMBO A UNA DISTRITAL
Para empezar mi relato debo decir que nada de mi viaje en su inicio me mostró lo bien que pasaría en los días siguientes, básicamente esperaba conocer Manizales su Nevado y no más. Supuse que un viaje con Rotaract iba a ser como cualquier otro donde más que nada alguien se dirige a pasear y a conocer el lugar de llegada. Eso pasa cuando se viaja con un grupo de personas a quienes aprecia, pero que no les tiene la suficiente confianza y así me sentía cuando recién llegué al Terminal de Transportes.
Saludé a todos como de costumbre y me disponía a pasar varias horas donde la conversación seria escasa y el trato con los demás se reduciría al mínimo, y en este punto tenía razón; pero muy pronto los pequeños detalles de mis compañeros y compañeras empezaron a amenizar el viaje de una manera particular, como el hecho de que una compañera rotaractiana durmiera durante todo el viaje y solo se despertara para dos cosas: para decir que estaba cansada o para corear la canción que le gustaba. Otra socia que no pudo dormir en todo el camino y parecía ser la más tranquila y cómoda, o mi presidenta que pasó casi todo el trayecto en silencio; pero verla llevar los sombreritos del disfraz sin poder dormir me puso a reflexionar, y no nos olvidemos de quien sufrió horas de incontables empujones y quita cobijas de alguien más.
Bueno hasta ahí solo me he referido a mis compañeras y compañeros de Club, pero hasta ese momento no había entendido el significado de “gran familia rotaria” hasta que llegaron nuestros compañeros Rotaract de Popayán quienes me demostraron que por el simple hecho de ser parte de mi club me trataban como un amigo más, sin siquiera conocerme.
Hasta ahora el viaje ya había cambiado su matiz; pero lo más importante llegaría por la noche ya que mi presidenta me tenía una sorpresa bastante grata, cuando frente de todos los clubes y desde la mesa directiva me nombró como socio de mi Club Rotaract Pasto Valle de Atriz. Algo que no me esperaba y que llego a ser el momento que más recordaría del viaje, ya que, si antes me presentaban como un aspirante y me sentía parte de algo muy grande, desde ese momento y hasta ahora se despertó un sentimiento mas profundo en mí sobre mi club.
Puedo agregar que pasamos momentos increíbles de risas y alegría que subiendo al nevado se afianzo mucho más la confianza que tengo a mis amigos rotaractianos y con esfuerzo y cooperación logramos tocar la nieve, que mi mandala recién comprado casi se hace parte de nuestro truco de circo cuando llegamos a la fiesta disfrazados de magos.
Lo único que me entristeció fue la despedida de uno de los socios fundadores de mi Club, quien a pesar del poco tiempo de conocerlo me agrado bastante por su forma de ser y porque es una persona que ama nuestro club de una manera increíble.
Para concluir, agradezco el haber tenido la oportunidad de experimentar y vivir mi primer viaje Rotaractiano, porque me demostró que hay mucha gente joven y amable dispuesta a ayudar a los demás sin pedir nada a cambio, y que Rotaract logra que nos unamos y construyamos una segunda gran familia.
Nota por: Cristian Camilo Dussan Moncayo